viernes, 29 de marzo de 2013

Problemas de humedad y condensación

Un tema que preocupa en muchos hogares, sobre todo en zonas lluviosas y frías, como es el caso del norte de la Península, es el caso de los problemas derivados de la humedad.

La aparición de manchas, hongos y desconchones en las paredes se debe principalmente a tres tipos de humedad, como son las filtraciones, la capilaridad, y la más frecuente, la condensación.

La condensación se produce cuando se condensa la humedad del aire y éste se convierte en vapor de agua. Este fenómeno se genera en las partes más frías de la vivienda, como son las paredes que dan al norte, los baños, y las cocinas. A veces puede ser también consecuencia de la diferencia de temperatura del exterior con el interior. El vapor de agua se licua y se vuelve a convertir en agua, generando las manchas de moho en las paredes y techos y la aparición de agua en suelos y paredes. Esto a veces se agrava cuando tenemos ventanas de aluminio o PVC, que a diferencia de las de madera, no transpiran.

Otro tipo de humedad es la producida por la capilaridad, producida por la ascensión de la humedad a través del subsuelo, evaporándose en la atmósfera. Este agua contiene sales disueltas, y cuando el agua se evapora, las sales se cristalizan y degradan los revocos y las pinturas, provocando su desprendimiento.


Y por último, tenemos las filtraciones, producidas por grietas y fisuras en los muros, por donde se filtra el agua, lo que igualmente produce cercos de manchas, mohos y desconchones de pintura en las paredes.

Para todos estos casos existe una serie de productos específicos que permiten paliar en gran medida estos problemas. Para el caso del moho, debe aplicarse un producto fungicida que destruya los microorganismos, para evitar que se multipliquen y conviertan el ambiente en perjudicial e insalubre. Tras este producto, se debe aplicar una serie de pinturas con componentes antimoho que sean transpirables.

A su vez, hoy en día existen una amplia gama de revestimientos antihumedad, impermeables y antisalitre, que pueden resolver en gran medida los problemas derivados de la humedad, pero sobre todo, en el caso de la filtración, antes debes detectar los posibles problemas que la generan.

martes, 26 de marzo de 2013

Dormitorio juvenil


Una de nuestras clientas, Sara, ha decorado su dormitorio combinando un papel pintado de motivos florales en tonos naranja, arena y blanco roto, colocándolo en la pared donde reposa el cabecero de la cama, y el resto de las paredes de la habitación las ha pintado con una pintura plástica en tono arena, similar a uno de los colores del papel pintado. Esta combinación de tonos arena y blancos suavizan la vitalidad del color naranja. Y este color, a su vez, confiere un aire juvenil al dormitorio.

El problema surge cuando, al querer mantener el cabecero de madera, por ser una herencia familiar, no encuentra unas mesillas del mismo tono de color de la madera de este. Por el momento ha colocado unas mesitas del jardín hasta que comience el buen tiempo y tenga que sacarlas al exterior.

Pero la solución puede ser sencilla: al tratarse de un dormitorio juvenil, puede comprar unas mesillas sencillas de lineas rectas, para luego pintarlas a su gusto con laca satinada, e incluso mantener las del jardín, y pintarlas de la misma forma. Las posibilidades de elegir el color puede ser el blanco roto, o atreverse con el naranja, que en mi opinión, daría un toque más juvenil y desenfadado al dormitorio. De todas formas, las dos opciones quedarían muy bien.

Para pintar las mesillas, tanto si son de material laminado, como de mimbre, bastará con limpiar y secar bien la superficie , y tras aplicar una imprimación multiusos blanca a toda la superficie, lijamos suavemente y damos a continuación dos manos de acabado en laca satinada, lijando suavemente la primera mano, para que el acabado quede más suave y fino, no olvidando respetar el tiempo de secado entre mano y mano de pintura.

Una vez pintadas las mesillas, seguro que darán un toque alegre y juvenil a la decoración del dormitorio.

viernes, 22 de marzo de 2013

Grecas en alfombras


Cuando busques unos colores concretos para tus alfombras que combinen con el resto de la decoración, pero sin querer recargarlo con dibujos estampados, la mejor opción puede ser una moqueta lisa convertida en alfombra, simplemente remarcándola con una greca.

Puedes confeccionar la greca con otra moqueta de diferente color, o bien con una cenefa de color liso en tela de algodón, polypiel o cretona. Si optas por realizarla en dos tonos de moquetas diferentes, y por ejemplo, quieres una alfombra de 1,70x2,40, los cortes de moqueta que necesitas son los siguientes:

  • La superficie central sería de 1,30x2. A la superficie total de la alfombra restamos la medida de la cenefa, a la que daríamos 0,20 de ancho alrededor (1,70 - 0,40 = 1,30 ó 2,40 - 0,40 = 2). Para esta parte central optaríamos por una moqueta de 2 metros de ancho.
  • Para la cenefa necesitamos dos largos de 1,70. Es decir, 3,40 ml. por los 0,20 de cenefa. En este caso, elegiríamos una moqueta de 4 metros de ancho (0,20x4). Y para los dos largos de 2,40 necesitamos dos tiras de 0,20x4 (0,40x4).

Para este tipo de confección de alfombras elige siempre las moquetas de lana de pelo cortado, porque es en este tipo de modelo donde mejor se disimulan las uniones del corte.

Si te gustan las alfombras de fibras naturales como son el sisal, las algas o el bambú, elige grecas en algodón, polypiel o cretona, ya que disponen de gran variedad de colores, y seguro que aciertas con alguno para poder combinarlo con el resto de la decoración de tu hogar.

miércoles, 20 de marzo de 2013

Decorar con cenefas


Este fin de semana, durante una visita al Palacio de la Magdalena de Santander (lugar que os recomiendo que visitéis), pude ver en uno de los dormitorios de las Infantas un elemento decorativo que me llamó la atención: una enorme greca cerca del techo que decoraba por sí misma la habitación. Ese detalle me ha motivado a daros unos breves apuntes sobre ellas.

Las grecas o cenefas de papel pintado, además de constituir un elemento decorativo por sí mismas, nos ofrecen una serie de soluciones de remate final en diferentes decoraciones. Sus medidas van desde los 5 cm a los 50 cm de ancho, y los largos habituales son de 5 o 10 metros, y al igual que los rollos de papel pintado, los puedes encontrar en papel dúplex, vinílico y tejido no tejido, e incluso algunas son autoadhesivas.

Las cenefas son la solución perfecta cuando en una pared combinas dos papeles pintados diferentes, o dos colores de pintura, y la puedes colocar como separación entre ambos. En este caso, el papel pintado o el color de la parte inferior se suele colocar hasta 1,20 metros desde el suelo, y sobre él, se pone la cenefa. Otra opción, sobre todo cuando las cenefas son anchas, es colocarlas sobre el rodapié, alrededor de toda la habitación. Esto queda bien cuando las paredes son todas del mismo color liso.

La opción más extendida consiste en utilizarla en sustitución de las molduras de escayola de los techos, como remate del color de las paredes, o para disimular el corte de los papeles pintados cuando no hay molduras. Pero aún existiendo remates de escayola, también puedes colocar una greca separándola unos 10 cm de ella. Es un detalle que incluso realzará el color de la habitación, siempre que el tono de la cenefa vaya en armonía con el resto de la decoración.

Si dispones de techos altos, otra opción es encajar una cenefa entre dos molduras de escayola, como lo que puedes ver en la foto del Palacio de la Magdalena de Santander, donde podemos ver una greca ancha rodeada de dos molduras y combinada a juego de los cortinones de la ventana, recayendo sobre ella el peso de la decoración.

Como podéis ver, a veces una simple greca te puede decorar una estancia, y al igual que en el caso del papel pintado, no olvidéis que las paredes deben estar lisas para evitar que se despeguen y debéis utilizar en cada caso la cola indicada para el tipo de papel de la cenefa.

lunes, 18 de marzo de 2013

Anímate a empapelar


Para que el papel pintado quede perfectamente colocado las paredes tienen que estar lisas, aunque últimamente está en el mercado un papel soporte que se puede aplicar sobre una pintura de picado o gotelé siempre que sea fina, para luego empapelar sobre él. Si hubiera grietas u otros defectos, debes cubrirlos con masilla plástica o pasta tapagrietas y luego lijarla. En el caso de que la pared sea muy absorbente, es necesario aplicar una imprimación o, en su lugar, la misma cola de empapelar diluida con agua.

En los papeles pintados tipo dúplex (papel sencillo), y en los vinílicos o plástificados, se debe aplicar cola tanto al papel como a la pared. Luego están los papeles con soporte tejido no tejido, en los que la cola se aplica solamente a la pared.

Cuando tengas que dar cola al papel, aplícala siempre de forma uniforme y presta atención a los bordes para que queden perfectamente cubiertos. Dobla las extremidades hacia el centro y déjalo reposar algunos minutos; ayúdate con un cepillo ancho para colocarlo de arriba hacia abajo, dejando unos centímetros más largos sobre el rodapié y luego iguálalo con un cutter.

Cuando cortes las tiras, ten en cuenta la distancia en que se repite el dibujo para poder casarlo. Una vez colocado el papel, pasa un rodillo duro o un paño limpio y seco por las juntas para que se fijen mejor las uniones. No te preocupes si aparecen algunas burbujas, éstas son producidas por la cola y desaparecen a los pocos días cuando el papel se seca.

Para cerciorarte de que el papel queda recto, es conveniente que utilices una plomada para el primer paño y así poder corregir los posibles errores que puedan suceder al llegar a las esquinas. Las medidas habituales de los rollos de papel son 53 centímetros de ancho por 10 metros de largo, aunque algunos rollos también se presentan en 70 centímetros de ancho.

Anímate a empapelar y darás un toque más cálido a tu hogar. Los papeles con soporte no tejido, que sólo necesitan que encoles la pared, son muy sencillos de colocar.

lunes, 11 de marzo de 2013

Mantenimiento de muebles de jardín


Ahora que empieza el buen tiempo es el momento de dar un repaso a los muebles de exterior.

Si son de madera de teca, iroco u otras maderas tropicales que no tienen poro, bastará con aplicar aceite de teca, bien sea incoloro o con un poco de color. Su aplicación es muy sencilla: puedes aplicarlo a brocha, con una esponja o con un trapo de algodón, extenderla bien y, tras unos cinco minutos ,retirar el exceso con un paño limpio. Este aceite tiene filtros ultravioleta para proteger los muebles de la acción solar y, a su vez, los protege del agrisamiento que suele producirse en las maderas que están en el exterior. Es recomendable aplicar este aceite por lo menos dos veces al año para mantener tus muebles de exterior en perfectas condiciones.

Si los muebles son de hierro y no están en mal estado, elimina la suciedad y el posible óxido con un cepillo de púas de alambre o lija para hierro. Luego, tras limpiarlos, aplica una o dos manos de minio sintético o imprimación antioxidante, y acaba el trabajo con dos manos de esmalte sintético brillante o una laca satinada del color que te guste. Actualmente existe la posibilidad de encontrar estos acabados en productos al agua e incluso ecológicos. También puedes optar por el acabado efecto forja, que da un aspecto más rustico a tus muebles, con su acabado granulado. Ya sabéis que es importante respetar siempre el tiempo de secado de cada producto entre mano y mano, y la importancia de la lija para que el acabado quede lo más fino posible y conseguir una adherencia perfecta.

Si la pintura vieja está en mal estado es recomendable que apliques un gel decapante para ayudarte a despegar las capas antiguas de pintura que pueda tener el mueble. Este producto se aplica de forma abundante sobre la superficie a tratar y, tras esperar unos veinte minutos aproximadamente, verás que la pintura vieja se va despegando y así, con la ayuda de una espátula, la podrás retirar fácilmente.

Y luego, tras limpiar la superficie con disolvente, ya podrás empezar su recuperación, y si ves que tiene alguna muesca o zonas comidas por el óxido, puedes aplicar una masilla de poliéster de dos componentes o una sintética para rellenar las posibles fisuras, y tras afinarla con lija, aplicar la imprimación y proceder con el acabado.

Para adornos de jardín (como pueden ser las ruedas, carretillas, carros antiguos o cualquier objeto decorativo de madera) aplica aceite de linaza. Este aceite nutre la madera, y a su vez la confiere un ligero toque de color con un acabado satinado y natural.

martes, 5 de marzo de 2013

El trampantojo


Esta técnica pictórica, el trampantojo, del francés trompel'oil (engaño del ojo), se empleaba en los frescos que decoraban las grandes bóvedas de las iglesias del Barroco. El trampantojo pinta formas arquitectónicas que hacen creer al espectador que el edificio se prolonga más allá de la arquitectura real.

Muchas veces, en las bóvedas, el engaño consistía en aparentar que el techo desaparecía. El efecto era que este se abría al cielo, donde entre nubes volaban personajes sagrados o mitológicos. Estas figuras se colocaban en posición alargada para potenciar el efecto de profundidad. Por ejemplo, ésto podemos verlo en los frescos de la Capilla Sixtina, en el Vaticano, o en el Escorial del Madrid. Últimamente esta técnica la podemos ver en el arte urbano, cuando pintan cascadas en las aceras y decorando fachadas y paredes ciegas.

Esta técnica se puede trasladar a las paredes de vuestra vivienda, tanto en el interior como en el exterior para decorar un jardín. En el interior, podéis pintar con pintura plástica una serie de efectos decorativos como son ventanas que se abren en una pared, una falsa escalera, una hornacina enclaustrada en una pared, una falsa librería, etc. En el exterior podéis, partiendo de un simple grifo que tengáis para acoplar a una manguera, pintar alrededor de él con una pintura de fachadas toda una magnífica fuente engalanada.

Lo más importante de esta técnica es jugar con la perspectiva y crear un efecto de profundidad. 

lunes, 4 de marzo de 2013

Envejecer muebles: el decapé


Una de las técnicas más decorativas de la madera es el acabado envejecido o decapé, sobre todo, aplicando una gama de blancos o verdes de acabado, destacando los tonos turquesas. Esta técnica se refiere a muebles en los que la pintura se ha oscurecido, y así parece gastada y desconchada por el paso de los años.

Una forma muy sencilla de conseguir este efecto partiendo de una madera natural o con un color teñido, y con una veta bonita de madera, es aplicar el color de la pintura plástica mate que te guste. Cuando la pintura esté seca, has de lijar para sacar la veta de la madera, luego aplicar una segunda mano de pintura y vuelve a lijar para entresacar un poco más la veta, pero haciendo más hincapié con la lija en las zonas que el uso y el paso del tiempo hubieran desgastado de una forma natural como son los bordes o cantos de la madera, alrededor de las cerraduras y herrajes, los pomos y los cajones, etc.

Una vez que hayas lijado bien esas zonas y se vean las zonas desgastadas en el color del fondo de la madera, aplica una cera tintante a todo el mueble. No elijas un color muy oscuro (un roble mediano o nogal claro sería suficiente) y aplica una capa a todo el mueble. Retira esta cera frotando con un trapo de algodón sin dejar que se seque del todo. Te dará un aspecto de pátina a toda la pintura, y resaltará las zonas de madera que has dejado a la vista.

De acabado puedes aplicar cera incolora, puliéndola con un trapo suave de algodón, o con un barniz acrílico incoloro en acabado mate o satinado.

Cuando quieras aplicar esta técnica sobre una superficie que no sea madera, aplica una imprimación multiuso o todoterreno en color marrón u ocre, y cuando esté bien seca aplica una laca satinada del color que prefieras. Cuando esté seca procede a lijar las zonas que quieras que aparezcan desgastadas con el uso, hasta que se vea el fondo con el color de la imprimación. Al aplicar laca no necesitas aplicar una cera o barniz de acabado.


Pero si prefieres que no te quede la superficie tan cubierta y uniforme, aplica sobre la imprimación pintura plástica mate de forma irregular, y rasca la segunda mano con un estropajo de aluminio para que se entrevea la pintura de imprimación y produza un efecto de madera envejecida. Acábala, finalmente, con una cera tintante y barniz, como si estuvieras trabajando sobre madera natural.

viernes, 1 de marzo de 2013

Barnizar un mueble


Si has comprado un mueble de madera natural y quieres barnizarlo, lo primero que debes hacer es corregir los posibles desperfectos que presente la madera, como arañazos, pequeños golpes o muescas, etc. Es muy importante que estos defectos se descubran antes de empezar el barnizado.

Si el arañazo es superficial se podrá quitar lijando suavemente, no sólo el área del arañazo, sino toda la superficie de alrededor. Si por el contrario son arañazos profundos, deberás quitar bastante madera utilizando una cuchilla de ebanista, para acabar con una lija fina.

Para rellenar posibles muescas, agujeros y golpes existen en el mercado una serie de masillas, bien plásticas, sintéticas o de madera, que se adaptan muy bien a todas las coloraciones de las posibles maderas. Y, una vez aplicadas, solo hay que lijarlas una vez secas, pero sin esperar demasiado, por la posible dureza que adquieren.

Una vez corregidos los pequeños defectos que la madera pueda tener, debes lijarla bien con una lija fina de madera siguiendo siempre la dirección de la veta. Tras eliminar bien el polvillo que se genera, puedes aplicar un fondo protector preventivo anticarcoma, para evitar problemas futuros. A continuación, si deseas cambiar el tono natural de la madera, aplica un tinte del color que te guste, y tras volver a lijar, hay que aplicar el barniz en acabado mate, satinado o brillante, aplicando dos manos de acabado, siempre respetando el tiempo de secado entre mano y mano (generalmente 24 horas), y lijando suavemente entre ellas.

Si deseas restaurar un mueble viejo, y el barniz anterior está en buen estado y la madera no presenta ningún desperfecto, sólo tendrás que lijarlo suavemente y aplicar dos manos de barniz de acabado. Si por el contrario, el barniz viejo está en mal estado, deberás eliminarlo ayudado de un gel decapante especial para barnices, y empezar a tratarlo como si fuera nuevo.

Si la madera tuviera polilla o carcoma, trátala antes con un producto específico, envuélvela al menos 48 horas en plástico y, tras ese tiempo, vuelve a aplicar el producto anticarcoma por si ha sobrevivido alguna larva, y vuelve a cubrirlo otros dos días más con plástico. Una vez pasado ese tiempo, cubre los posibles agujeros de la carcoma con masilla de madera, y tras lijarla ya puedes empezar el barnizado.