martes, 5 de marzo de 2013

El trampantojo


Esta técnica pictórica, el trampantojo, del francés trompel'oil (engaño del ojo), se empleaba en los frescos que decoraban las grandes bóvedas de las iglesias del Barroco. El trampantojo pinta formas arquitectónicas que hacen creer al espectador que el edificio se prolonga más allá de la arquitectura real.

Muchas veces, en las bóvedas, el engaño consistía en aparentar que el techo desaparecía. El efecto era que este se abría al cielo, donde entre nubes volaban personajes sagrados o mitológicos. Estas figuras se colocaban en posición alargada para potenciar el efecto de profundidad. Por ejemplo, ésto podemos verlo en los frescos de la Capilla Sixtina, en el Vaticano, o en el Escorial del Madrid. Últimamente esta técnica la podemos ver en el arte urbano, cuando pintan cascadas en las aceras y decorando fachadas y paredes ciegas.

Esta técnica se puede trasladar a las paredes de vuestra vivienda, tanto en el interior como en el exterior para decorar un jardín. En el interior, podéis pintar con pintura plástica una serie de efectos decorativos como son ventanas que se abren en una pared, una falsa escalera, una hornacina enclaustrada en una pared, una falsa librería, etc. En el exterior podéis, partiendo de un simple grifo que tengáis para acoplar a una manguera, pintar alrededor de él con una pintura de fachadas toda una magnífica fuente engalanada.

Lo más importante de esta técnica es jugar con la perspectiva y crear un efecto de profundidad. 

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